Sala capitular

 

Paseos por Córdoba

Dentro de la descripción de la Iglesia de San Pablo. 
A pesar de ser una de las mayores de esta ciudad, el Obispo D. Martin de Córdoba trató de ampliarla, costeándole un magnífico crucero, detrás del altar mayor, cogiendo la sacristía: con esta idea, empezó á hacer una nueva, que á su muerte quedó solo con los muros levantados, que aun se ven desde muchos puntos; estaban en terreno de la huerta, y faltando aquel virtuoso Prelado, los frailes, no contando con fondos suficientes, abandonaron el pensamiento y pusieron en aquel sitio la panadería, para lo cual hicieron algunos colgadizos. Después se vendió con la huerta y quedó perdida para siempre una obra tan importante, á juzgar por la firmeza y elevacion de los cuatro muros edificados. 

Descripción

Ramírez de Arellano nos indica que en tiempos del Obispo D. Martín de Córdoba (1580), se realizaron obras de ampliación del convento, avanzando hacia la Sacristía que se encontraba tras el Altar Mayor, por lo que planteó la necesidad de construir una nueva en terrenos de la huerta. 

El obispo dejó de manifiesto su interés de recibir sepultura “…en la sacristía que a su coste estaba labrando en el convento de San Pablo”. Este deseo es plasmado en la misma construcción del edificio como lo testifica la existencia de un nicho  que por sus dimensiones y forma podría albergar una tumba. Pese a los deseos del obispo dominico, el Cabildo de la Catedral no lo permitió, siendo enterrado en la Capilla de Villaviciosa de la Catedral.

 

 Nicho que por sus dimensiones y forma podría estar destinado a la tumba del Obispo Fray Martín.

 La sala fue encargada como sacristía por el prior del convento a Hernán Ruiz III en 1580. Tras la muerte del obispo en 1581, los frailes no la continuaran por motivos económicos, quedando inconclusa. Desde este momento, sirvió de panadería del convento para lo cual se hicieron algunos colgadizos y más tarde al venderse el huerto quedó totalmente abandonada. 

En el 1755, el edificio se vio afectado por el terremoto de Lisboa, conservándose aún una gran grieta en uno de sus muros.​ En el siglo XIX, durante la Guerra de la Independencia, se utilizó la sala como prisión.

Se segregó del Convento de San Pablo, junto con el huerto de casi una hectárea de superficie, tras la desamortización de Mendizábal en el siglo XIX, consolidándose como una ruina romántica en el huerto, utilizada para los más diversos menesteres y, en particular, como establo. 

Es un elemento complejo que incorpora una posible portada en su lado este de un edificio preexistente. 

En la Sacristía se observan semejanzas estilísticas con la Casa-Palacio de los Villalones. Esta obra es un claro ejemplo del Manierismo de Hernán Ruiz III (1536-1606) de matiz italianizante, avanzando a la vez hacia un discreto protobarroquismo. 
Estamos ante una arquitectura eminentemente teórica, influenciada por el Purismo de Siloé y sus discípulos, creando un propio lenguaje a través de la ruptura de los órdenes tradicionales, rompiendo o curvando los frontones. Según Villar Movellán (1986), el estilo de Hernán Ruiz III se basa esencialmente en la elaboración avanzada de los esquemas ideados por su padre, aunque dotándolos de la tensión manierista, del diálogo seco entre macizo y vano, o entre elementos sustentantes y sostenidos, proyectándose sus formas hacia el siglo XVII en manos de la generación de los arquitectos protobarrocos.  

Se describe de forma general como una construcción de planta de cajón con 18,75 m de largo por 11,40 m ancho y 13.30 de altura. Esta estructura está ejecutada principalmente con fábrica de ladrillo y posee contrafuertes exteriores. La delimita en su zona oriental, la opuesta al paramento de conexión con el convento, una gran portada de piedra presidida por un arco de medio punto y un frontón partido. Detrás de esta portada se desarrolla un cuerpo de menor escala donde una exedra remata la composición con una altura sensiblemente inferior, disponiendo unas dependencias pequeñas laterales para completar el volumen prismático. La carcasa de los muros conserva los mechinales de construcción que indican que nos encontramos ante una obra inconclusa. Así, este edificio no cuenta con cubierta, muy posiblemente porque nunca fue construida.

La principal técnica constructiva de la sala es la utilización del ladrillo de aparejo flamenco con hiladas alternas que combinan sogas y tizones con un solape de ¾ de pie (piezas centradas) y juntas enrasadas. Este tipo de aparejo está presente en los muros principales de la estancia.

Planta del edificio. Fuente: Actividades arqueológicas en la Antigua Sala Capitular del Convento de San Pablo de Córdoba. Patricio J. Soriano Castro 

Lienzo oeste 

En el lienzo oeste se desarrolla la conexión con el convento a través de un gran arco central de medio punto y aparejo flamenco. El ancho total de la entrada es de 2,86 m y su altura de más de seis metros. A ambos lados de la entrada descrita encontramos dos huecos que podrían corresponder con hornacinas de similares dimensiones (2 x 3,5 x 1,07 m) constituyendo una serliana. 

Estos elementos se completan con un arco adintelado de ladrillo de aparejo normal. Para el alivio de las cargas se construye sobre el dintel un arco de descarga rebajado que forma parte de la UE 01. A casi diez metros de altura encontramos una cornisa decorativa que se extiende por tres de los cuatro lados de la sala. Este elemento decorativo está formado por la consecución de placas labradas de 0,70 x 0,25 m. Sobre ésta continúa el muro unos 75 cm más. En este punto nos encontramos otra cornisa de ladrillo que  discurre también de lado a lado formada por hiladas de sogas sobre tizones conformando varias salidas sobre el plano general vertical. Sobre la cornisa de ladrillo, y sirviendo de basamento a la estructura siguiente encontramos un muro de ladrillo de uno 0.75 m. El último elemento originario de la sala en este lienzo lo 
constituye un muro compuesto por dos tongadas de tapial separadas por ladrillo. El tamaño de las cajas de tapial es poco apreciable (ej. 1.92 m de ancho por 0, 60 de largo) no así el gran porcentaje de fragmentos de cerámica y piedra de dimensiones considerables que lo conforma junto a la arena y la cal. Tanto en este lienzo como por todos los planos constructivos del edificio encontramos los mechinales, destinados a mantener las agujas de madera de los andamios, muestra del estado inacabado de esta construcción.

Foto: Catálogo Abierto de Arquitectura Contemporánea 

Lienzos norte y sur 

A excepción de los elementos ornamentales de los lienzos norte y sur, y la gran portada-fachada interior, los lienzos más extensos siguen una organización arquitectónica que podemos agrupar en tres niveles. Un primer nivel se conforma con un zócalo con una altura de 1,70 m, sobre el que continúa el muro de ladrillo con el aparejo general de la obra.

La única diferente estructural de estos dos lienzos es que el lado norte dispone de una ventana, mientras que enfrentada, en el lado sur, se halla una hornacina que por su tamaño podría estar destinada a la  ubicación de un nicho. En este mismo nivel, pero en su lado occidental, existen dos accesos de comunicación con el exterior de 2,36 m de alto por 1,20 de ancho. El segundo nivel, donde encontramos la mayor profusión de elementos decorativos en estos lienzos, está divididos pilastras jónicas de sillares, simples en los extremos. En el proyecto de rehabilitación se dispone una puerta en esta ventana  y pareadas en la zona central, quedando definido el muro en tres partes. 

Las pilastras se apoyan sobre ménsulas  algunas de las cuales presentan una decoración en escamas. De las tres divisiones verticales formadas por las pilastras, la central está destinada a una hornacina abovedada rematada por pináculos y en las laterales ventanas dotadas de marco y frontón triangular partido hacia el interior. El último nivel se vertebra mediante los arcos de arranque de lo que debería ser la cubrición de este espacio principal. Sobre el muro principal se señalan los arcos de ladrillo que definirían los lunetos de piedra y ladrillo y que cuentan en su interior con unos óculos moldurados en ladrillo. 

Cabecera (lado oriental) 

Desde el cierre oriental de la sala se da paso a la cabecera centrada en ábside. Este ábside se abre en el muro menor mediante un gran arco inscrito en un frontón partido. Siguiendo la denominación de los órdenes clásicos están compuestas por una primera hilada de sillares moldurados (estereóbato) y una segunda estructura sobre la que se apoyan las basas de las pilastras (estilóbato). La hornacinas norte  y sur, que presenta sus bases bastante deterioradas, están flanqueadas por pilastras jónicas de fustes acanalados con unas dimensiones totales de algo más de cuatro metros. En algunos de los partes de estos elementos podemos encontrar otro signo más del estado inconcluso del edificio, como por ejemplo la pilastra más cercana al vano de la hornacina norte, o la inexistencia de la basa pareja en la otras hornacina, aunque en este caso se debe a la destrucción posterior del sillar donde iría la basa. En la cara interior del arco, que da acceso al espacio semicircular, se repite la decoración de las pilastras jónicas, hecho que continua por último en el lado este del lienzo. Las hornacinas no ocupan la altura total de las pilastras, si no que esta es rematada por unas placas rectangular en piedra, destinadas a cobijar algún tipo de elementos decorativo. Tras estos elementos comienza el entablamento compuesto en primer lugar por un arquitrabe y por el friso, dando paso así a la zona de la cornisa. La decoración de los frisos, rematados por dentáculos, debería ser similar en ambos lados. Sin embargo es sólo en la correspondiente a la hornacina sur la que se encuentra ricamente decorada con motivos en espiral, mientras que su opuesta está lisa. 
Sobre el friso es donde irá a descansar el gran arco de medio punto que conforma el vano de comunicación entre las estancias. Las dimensiones totales del vano que conforma el acceso a los espacios al norte y sur de la cabecera son un ancho de 5,60 metros, lo que significa que ocupa la mitad de la longitud total del paramento, y una altura de 8,7 metros. El arco está construido con dovelas de piedra y cuenta con una 
clave que destaca de las demás piezas.

Mientras que la sección del lienzo que se puede ver desde la sala de cabecera no está decorada, presentando sólo la visión de los sillares que lo componen, en su lado occidental seguimos encontrando gran riqueza decorativa a pesar de su estado inacabado. Junto al arco, el otro gran elemento arquitectónico decorativo en este nivel es el frontón en el que éste se inscribe. En las albanegas, encontramos a uno y 
otro lado, medallones decorativos, enmarcados por pilastras y otras placas triangulares a los lados de la clave. Dentro del frontón, entre el espacio de la cornisa y el arco también encontramos este tipo de decoración, en este caso de menores dimensiones.

Existe un fallo constructivo o al menos ornamental, en el remate de los elementos decorativos, en especial de las esquinas de la cornisa y los capiteles situados a los extremos, al acoplarse a los muros principales. Este hecho nos indica que en el orden de construcción del edificio, estos elementos fueron incorporados en un momento posterior, incluso cometiéndose fallos en los cálculos

Foto: Guía de Arquitectura contemporánea  

Ábside

Desde el gran acceso decorado, tenemos paso al ábside del edificio. Este espacio de planta semicircular 
construido en ladrillo y cuyas dimensiones en superficie son 7,18 metros de arco y 3,37 de flecha, lo que crea un espacio de 20 metros cuadros, conserva su altura originaria de 6 metros rematado por una cornisa moldurada en piedra de la que se conservan algunos fragmentos. El muro del ábside semicircular de cierre del espacio es de fábrica de ladrillo de usos general en la obra. Este muro circular se entrega a la separación de la nave principal mediante la repetición de la decoración arquitectónica utilizada en su lienzo occidental, es decir con la colocación de pilastras jónicas sobre zócalo y hasta el arranque del gran arco de comunicación entre espacios. El espacio, al igual que el descrito con anterioridad, carece de su cubrición y a diferencia del anterior no contamos con elementos constructivos que nos indiquen el 
tipo de cubierta que estaría proyectado, aunque de forma general estos espacios contarían con una bóveda en cuarto de esfera u horno.
Es curiosa la existencia de un acceso de comunicación al exterior del edificio en un sitio de tanta relevancia como es el ábside de un edificio religioso. Barajamos la posibilidad de la apertura del mismo fuese de en un momento posterior, pero la construcción de obra de arcos de descarga, así como la discontinuada del cimiento que discurre bajo el muro circular nos ha hecho descartar esta posibilidad.
A ambos lados se construyen de igual manera dos accesos a unas estancias de menor tamaño. Los accesos a las habitaciones laterales cuentan con una anchura máxima desde la base hasta el punto central del arco rebajado que las corona de 2,10 y un ancho 0.95 metros.

Estancia norte 

La estancia norte, lado del evangelio, constituye una de las estancias auxiliares situadas en la cabecera de la Sacristía. Su superficie en planta es de 14,60 m2, el largo de la sala es de 4 metros, contando con una anchura máxima de 5,20 en el lado oeste y de 2,56 en su lado oeste. La existencia de esta diferencia de medidas se debe a que la estancia está delimitada por su lado sur por la estancia del ábside, que conforma un muro de cierre de forma convexa. El espacio está cubierto por una bóveda de ladrillo. Los accesos a esta estancia son dos desde el espacio interior absidiado. Existe una ventana al exterior que conserva varias estructuras metálicas de cierre posteriores a construcción de la sala. Por último, el espacio cuenta con dos huecos para hornacinas (¿armarios?). El primero (0.88 m de ancho) aprovecha el estrechamiento del ancho (0.75 m) en este espacio, solución que se repite en la otra estancia y que produce un aumento en la superficie de estos espacios menores de la sala. En el seguimiento arqueológico de movimiento de tierras se pudo constatar este hecho ya que bajo el estrato superior pudimos constatar como el muro vuelve a recuperar su anchura general de 1.87 m. 

Estancia sur 

Al sur del espacio en exedra, lado de la epístola, está esta estancia. Las características constructivas y sus dimensiones son iguales que la las de su espacio simétrico. Se abre un vano hacia el exterior, aunque con medidas algo inferiores a su parejo en la otra estancia (1,83 m de ancho)

Lienzo exterior de la cabecera

Este gran muro construido en ladrillo, con la técnica utilizada en toda la obra, tiene una altura inferior a la del restos de las unidades constructivas (9,89 metros) y presenta en sus extremos dos contrafuertes de ladrillo. Por toda su superficie podemos contemplar se esparcen los mechinales de obra. Como hemos indicado en su parte inferior se abren tres vanos, repitiéndose el esquema de vano principal de mayor tamaño (el que da acceso al espacio absidiado) flanqueado por dos vano menores que comunican el exterior con los otras estancias. Sobre los tres vanos se construyen arcos de descarga. Otro arco de descarga, este caso de dimensiones menores se conserva en una cota más elevada sobre el vanos sur. En este lado de la fachada no se aprecia, ningún elemento relacionado con el mismo, pero en la cata interior 
podemos observar que este arco se disponen sobre una venta cegada.

Lienzos exteriores de los muros norte y sur 

Sólo se ha podido documentar el muro norte, al dar éste a una de las zonas objeto del proyecto (zona ambigú). Esta gran fachada exterior, de imagen imponente, es recorrida por un total de cinco contrafuertes de 1,28 m de ancho por 0,47 m de profundidad, y carece de elementos decorativos. En la zona superior, 
coincidiendo con el último nivel horizontal en los que hemos organizado las caras interiores, estos contrafuertes presentan aperturas abovedadas de estrecha proporciones. En esta zona podemos apreciar que las ventanas que se abren al interior presentan arco adintelado de ladrillo de aparejo normal, sobre el que se construye un arco de descarga rebajado, técnica que ya hemos apreciado en las hornacinas del interior. Por último, en la parte del muro que discurre sobre la estancia norte, se abre una pequeña ventana rematada con un arco de ladrillo. La existencia de ésta, y otra ventana en la misma posición en la estancia sur, nos hace pensar que los espacios situados sobre las bóvedas de las habitaciones laterales, sería utilizado por una especie de segunda planta. 
 

Intervención

Arquitecto: Francisco Gómez Díaz  
La intervención, producto de un Concurso convocado por la Gerencia Municipal de Urbanismo, asumía la ruina en su estado actual inacabado, a la que se dotaba de los elementos necesarios para desarrollar su función de sala multiuso sin alterar la cualidad de espacio abierto y público que había tenido desde su construcción en el siglo XVI.

El objetivo era adecuar esta ruina para sala polifuncional, a modo de contenedor lo más neutro y flexible posible, de manera que puedan celebrarse en ella actividades culturales de todo tipo –exposiciones, conferencias, conciertos, presentaciones de libros, lecturas de poesía, etc.- siempre condicionadas a la escala de la misma, 

Además, esta adecuación polifuncional –y, junto con ella, la construcción de un espacio introductorio, que funcionara como vestíbulo y al cual estuvieran vinculados los elementos imprescindibles de apoyo, como los aseos, el almacén y una pequeña barra-ambigú para poder apoyar las actividades-, no debía nunca menoscabar la idea básica que era la de conservar la ruina y su ambiente en el huerto. Es decir, tanto la estructura de muros –con todas sus huellas y texturas-, como la luz que permitía su lectura como espacio exterior, eran dos claves ineludibles para su rehabilitación. Y, junto a ello, la reversibilidad de la intervención, es decir, optar por materiales y sistemas que, lejos de imitar un sistema constructivo tradicional, optara más por el carácter de una instalación, en la que todos los elementos, atornillados y desmontables, no impidieran otra posible actuación futura. 

Para esto se diseñó una cubierta conformada por una retícula de vigas en “V” –estructurales y de evacuación de aguas- sobre la que se dispone un vidrio con cámara de aire y protección solar. Para el pavimento se recurre a la piedra negra, al corte, sin pulir, utilizada en los acerados del centro histórico. Y todas las instalaciones se resuelven a través de un “muro” equipado con la altura que debía tener la sillería, de manera que no son perceptibles.

A este potente volumen de 12x20 m. y 13 m. de altura, se le adosa una alforja de menor escala y exenta realizada con sistemas prefabricados donde se resuelven las funciones de vestíbulo, almacén y aseos, de manera que no compite con la potencia de los muros de ladrillo de la Sala Capitular, hoy convertida en Sala Orive, donde se celebran exposiciones, conciertos de pequeño formato, presentaciones de libros, lecturas de poesía en Cosmopoética, etc.

Guía de Arquitectura contemporánea  y Catálogo Abierto de Arquitectura Contemporánea

En los muros la intervención se limitó a realizar una labor de limpieza general, retirando los materiales ajenos a la misma, consolidando los muros en su coronación con hormigón de cal, debido a que es el lugar que más ha sufrido la situación de abandono. Se cuidó que la pátina de líquenes se conserve, evitando así una apariencia de muros recién construidos, ya que como sostenía Goya “el tiempo también pinta”.

Los huecos existentes se acristalan mediante un vidrio laminar sin carpintería. En la parte inferior, el gran hueco rematado por un arco de medio punto se trata como un retablo, estucado, de manera que pueda recibir una escultura que centre la composición de ese paramento frente a la fuerza de la portada de piedra que tiene enfrente.

Los mechinales se han limpiado a fondo, para permitir que aniden los cernícalos primilla y evitar que lo hagan las palomas, con las medidas facilitadas por la Consejería de Medio Ambiente.

El otro tema en el que se interviene dentro de la sala es el zócalo y el suelo. El zócalo es un paramento liso ligeramente retranqueado respecto al superior, preparado para recibir la sillería. Por tanto, se plantea la recuperación de este zócalo como un “muro grueso” de tablero perforado de madera fonoacústico que alberga en su interior todas las instalaciones, debidamente registrables para permitir de una manera flexible su adaptación a las diversas actividades que se contemplan.

El suelo por su parte se ejecuta con una piedra negra al corte apomazada, de manera que se huye intencionadamente de superficies brillantes para generar un marco neutro donde lo que realmente protagonice el espacio sea la propia sala, buscando así el aspecto de espacio exterior.

Más información en Colegio de Arquitectos de Córdoba. XII Premio Félix Hernández 

 

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